Diálogo desde La Habana.
Manuel Costa Morúa: “El pueblo de Cuba le ha puesto el sello de fin al discurso de la revolución”
CLARIN
Cuando los cubanos autoconvocados cantaban “Patria y Vida” o “Abajo la dictadura”, el historiador Manuel Cuesta Morúa no pudo asistir a las manifestaciones en La Habana. Antes de llegar al Capitolio fue detenido, junto a un militante del Movimiento San Isidro, tras ser vigilados sus pasos por la seguridad del Estado cubano.
Este historiador cubano, mulato y presidente del Consejo para la Transición Democrática, es hoy una de las figuras más representativas, junto a los nuevos grupos de jóvenes y el Movimiento San Isidro, que se está organizando para enfrentar pacíficamente a un régimen que lleva 60 años en el poder.
El “11-J” lo pasó “mal, en una estación de policía en el este de La Habana”, maltratado hasta que alguien adoptó la decisión de liberarlo.
Durante una hora y 45 minutos debatió con el ex presidente Barack Obama durante su visita a Cuba, en 2016. Hoy cree que se ha iniciado “el comienzo del fin” y é lo quiere pacífico, ordenado y con el apoyo de los cubanos y el mundo.
Supone que hubo “una fractura” dentro del régimen y sus fuerzas de seguridad impidieron que se siguiera cumpliendo la orden de “al combate” del presidente Miguel Díaz-Canel para reprimir.
Constató que el espíritu de su Sierra Maestra, su épica con la que crecieron, se ha evanecido en la nueva generación de rebeldes.
Los nuevos revolucionarios cubanos, que salieron a la calle a buscar su libertad y su derecho a comer, son ellos. Más allá de que el régimen quiere discriminarlos y dividir a la sociedad cubana entre negros y mulatos contra blancos para debilitarlos.
El doctor Manuel Cuesta Murúa conversó con Clarín, vía WhatsApp, tras ser liberado desde su casa de La Habana, cuando los periodistas de medio mundo buscaban escuchar su análisis y la conexión a internet no había sido completamente restituida.
La conseguían via una aplicación satelital, cuando el régimen los dejó sin redes y los cubanos recurrieron, una vez más, a su astucia de supervivencia.
-Son días históricos en Cuba. ¿Cómo se encuentra usted? ¿Cuándo fue liberado?
-Días históricos, muy históricos. Las generaciones actuales han vivido los momentos y las jornadas más liberadoras que se han podido vivir en Cuba a lo largo de toda su historia. Y créame que se lo dice un historiador, que conoce nuestro pasado. Yo me encuentro bien. La detención fue el día 11, en la tarde, cuando me dirigía junto a otro activista, Amaury Pacheco, del Movimiento San Isidro hacia La Habana, hacia el Capitolio para unirnos a estas manifestaciones. Pero nos interceptaron y fuimos conducidos a una estación de policía al este de La Habana, en Cojimar.
-¿Cómo fueron sus condiciones de detención?
-La detención fue algo fuerte, pero luego se calmaron los ánimos. Estuvimos un día completo, desde el domingo hasta el lunes alrededor de las siete de la noche, cuando nos liberaron con la advertencia de que si seguíamos manifestándonos públicamente podríamos ser acusados de desorden público. Pero bueno, eso se lo dejamos a ellos. Es un momento muy interesante dentro de Cuba. Hay mucha esperanza de lo que pueda hacerse, lo que pueda depararnos en un futuro relativamente inmediato.
-El mundo tiene los ojos en estas horas sobre Cuba. ¿Cuántos detenidos? ¿Cuántos desaparecidos quedan? ¿Y se sabe dónde están?
-Estamos ahora mismo contabilizando. Ya se sabe que en un comienzo hubo más o menos 5 mil detenidos. Muchos ya fueron liberados y ahora quedan unos 400. Pero todos van a ser procesados. No se sabe exactamente cuántos están desaparecidos porque estamos tomando contacto ahora con las familias para ofrecerles apoyo, asesoría jurídica, buscarles abogados. Porque el gobierno cubano acaba de decir que hará un juicio sumario, ya que puede condenar de 3 meses a 20 años a los manifestantes del 11 de julio. De modo que estamos corriendo y preocupados por esto. Pero por ahí anda la cifra de detenidos en este momento.
"Patria y vida"
-Explíqueme las razones de estas protestas, que mucha gente no esperaba, pero ustedes sí. ¿Cuál fue la gota que rebalsó el vaso? ¿Por qué la gente perdió el miedo y empezó a gritar "abajo la dictadura, queremos libertad, patria y vida" y todas las consignas que estamos escuchando?
-La gota que colmó la copa fue primero la visión y la percepción de que el gobierno estaba perdiendo el control sobre la pandemia. El gobierno había vendido la imagen de que Cuba era unos los países que mejor había combatido. De pronto aumentaron las muertes, aumentó el número de contagios, las vacunas parece que no han sido totalmente efectivas. Eso generó una visión y una percepción de que el gobierno de alguna manera estaba perdiendo el control. A eso se le suma el hecho de que hubo cortes de electricidad muy duros, sobre todo en regiones del interior. Lo mismo en San Antonio de los Baños, donde empezó, hasta en Uriete, Papa Soriano, Santiago de Cuba. Los cortes de electricidad fueron muy fuertes durante mucho tiempo y eso estaba dañando la precariedad económica de la familia.
-¿De qué manera?
-Hoy una familia compra lo que puede para que le dure por lo menos diez días. De pronto se le va la corriente, se le descongela lo frío y se le echa a perder la comida y tiene que comérselo en un día para, por lo menos, no botarlo (tirarlo). Todo esto fue colmando la paciencia de problemas que vienen acumulados desde hace mucho tiempo.
-¿Cuáles?
-La incapacidad del modelo. Recordemos que las últimas medidas del gobierno cubano fueron la de establecer institucionalmente una especie de apartheid económico, en el cual los que tienen dólares sobreviven y lo que no tienen dólares no sobreviven.
Un manifestente es detenido, durante la marcha del domingo pasado en La Habana. Foto: AFP
-Pero los manifestantes también reclamaban libertad.
-Aquí hay un cóctel molotov, que llegó y llenó la copa. Lo interesante es que estos movimientos siguieron el hilo de las protestas en América Latina, de la economía a la política, de la subida en la tarifa de pago de transporte o del metro, hablando de Chile o hablando de Colombia, a la demanda de grandes reformas políticas y en ese camino estamos. Es por eso que yo le llamo a esto protestas de la libertad, en vez de protestas del hambre.
-¿Usted cree que fue mucho más importante la libertad que la discriminación alimentaria?
-Mucho más importante. Evidentemente es un nivel de madurez y de conciencia mucho más profunda que la gente elija su destino y su posibilidad económica debido a los cambios políticos. No es que los cambios económicos y la necesidad económica desaparezca. Es que ya la gente ha establecido el vínculo entre la oportunidad económica y la necesidad de reforma política. Y en ese sentido, en las protestas, en la mayoría de los casos, la demanda de libertad era la que predominaba. Patria y vida, abajo la dictadura, que se vaya Díaz-Canel. Esas eran las consignas más fuertes en las protestas.
¿Ruptura en el gobierno y las fuerzas armadas?
-¿Cómo analiza usted esa represión inicial? Y ahora estos gestos de los últimos días, donde el gobierno está facilitando comida, ¿son gestos del presidente Miguel Díaz-Canel o hay otras fuerzas que están tomando decisiones?
-Yo creo que hay otras fuerzas que están tomando y presionando también en la dirección de que haya cambios. Corrió mucho el rumor de que un viceministro del interior había renunciado en protesta por el exceso de uso de la fuerza policial y militar contra los manifestantes. Y esto es un índice claro de que hay fuerzas en el interior, que se dan cuenta que ese no es el camino, que hay que hacer concesiones. Y a eso yo no lo asocio directamente a una determinación de Díaz-Canel.
-¿A qué lo atribuye entonces?
-Díaz-Canel no dio una visión de Estado en su primera alocución, incitando a un lado del país contra el otro lado del país. Creo que hubo gente responsable, sobre todo en la cadena de mando, diciendo: "no es ese el camino". Y por eso quizá la represión no fue todo lo fuerte que podría haber sido, si se cumple la amenaza de Díaz-Canel. Al final creo que ha habido una decisión mucho más colegiada en relación con qué hacer. Eso explica por qué han hecho una concesión a una demanda de la sociedad civil.
-¿Por qué?
-Porque la sociedad civil, antes de los acontecimientos del 11 de julio, había pedido la creación de un corredor humanitario. Porque había muchas familias deseosas de ayudar a sus parientes aquí, en Cuba, entre la crisis de la pandemia y la crisis alimentaria. El gobierno se había negado rotundamente a hacerlo. Ahora hace esta confesión, incluso habla de respetar un poco más la libertad de expresión. Eso creo que responde a esa presión. La gente dice necesitamos comida, necesitamos alimento, necesitamos medicinas, pero también necesitamos libertad. No nos vamos a ir con este engaño.
-Si es cierto el caso del viceministro que renunció para no reprimir, significa que hay gente en la cadena de mando que está en desacuerdo. Lo que significa es que en el Ejército hay una ruptura frente a cuando el Presidente llamó "al combate”, ¿de alguna forma se negaron “a combatir”?
-Yo creo que sí, creo que sí. Y eso responde a una fractura que ya viene de antes. Recordemos que cuando el Congreso del partido, el entonces ministro de las Fuerzas Armadas fue relevado sin ninguna explicación seria y fue relevado por el entonces viceministro de las Fuerzas Armadas. Y eso obviamente es un índice de cierta fractura al interior de los mandos militares y los mandos del Ministerio del Interior. No todos están de acuerdo en que la salida a la situación actual tenga que ser con mucha más represión. Por eso la contención que habría que celebrar de ciertos actores, que toman decisiones con las armas en la mano. Y de alguna manera, incluso el retorno a sus lugares de esa brigada paramilitar que ya estaban formando, que le estaban entregando ilegalmente armas blancas, palos, piedras, para que combatieran a ciudadanos pacíficos en las calles. De eso hay regreso. Creo que es fundamental como índice de que hay una discusión viva al interior de la élite del poder de cuál debe ser el curso de acción que se debe tomar en la situación cubana.
-¿Usted cree que eso está en el Ejército, en las Fuerzas Armadas? ¿O está dentro del propio gabinete del presidente o en la familia Castro, que son los herederos de este régimen?
-Creo que atraviesa todos estos sectores, desde lo militar hasta la familia, hasta la cúpula del gabinete mismo de Díaz-Canel. Él es, yo ahora lo confirmo con su actitud, un funcionario, un burócrata que ha ocupado la jefatura del Estado porque no tiene visión de Estado. Por eso, ni siquiera escoge bien las palabras a la hora de dirigirse a la sociedad cubana como burócrata del partido que es. No se da cuenta de que la sociedad cubana ha cambiado.
-¿Y otros funcionarios piensan distinto?
-Creo que alrededor de él se ha creado un grupo de gente, que también piensa, quizás no en la misma dirección que él. Pero sabe que tienen que apelar a todo el instinto de conservación para tratar de echar adelante con la agenda y cualquier posibilidad de supervivencia política en el futuro. Por eso yo creo que hubo una marcha atrás definitivamente, que se refleja en cómo el discurso de Díaz-Canel se fue moderando del domingo a ayer miércoles.
-¿Puede haber un cambio dentro del régimen después del 11-J? ¿Un intento de supervivencia e incluso un intento de diálogo con ustedes?
-Creo que habrá un intento de diálogo, no con nosotros específicamente, sino al interior de ellos. Porque hay un grupo de funcionarios, de gente que creyendo todavía en la narrativa de la revolución, creen que hay que tener una visión mucho más flexible, estableciendo límites entre mercenarios al servicio del imperialismo y revolucionarios auténticos, que quieren mejorar la situación. Cualquiera de esos acomodos verbales, que le vendría bien a cierta élite para tratar de adelantar una agenda de cambio.
-¿Cree que será posible?
-Yo pienso que por ahí tendría una posibilidad de suavizar las relaciones con la sociedad civil. No creo que haya un diálogo con la oposición. Ahí hay una toxicidad que necesita ser limpiada para llegar a esa posibilidad de cambio. Sí creo que hay una posibilidad ahora para la sociedad civil y para la oposición de articular una presión ciudadana fundamental para un cambio estructural e institucional, que realmente responda a las necesidades y a la demanda.
-¿Cómo van a seguir ustedes? ¿Van a continuar con protestas, van a seguir apelando a la opinión pública internacional, que está toda interesada en saber lo que está pasando en Cuba? ¿Cuál es el camino?
-Vamos a combinar. Ahora mismo estamos trabajando en lo que llamamos el Consejo para la Transición Democrática en Cuba. Es una serie de organizaciones y de actores, a punto de sacar una agenda de unos puntos, una agenda y un plan de acción para conectar con la ciudadanía y generar presión desde abajo. Desde el número de ciudadanos conectados con esta agenda para lograr transformaciones ordenadas e institucionales importantes hacia la democracia.
-Y la protesta es parte de esto...
-Por supuesto, la protesta es parte de este asunto. La Constitución cubana, reconoce en su artículo 56 el derecho a la manifestación pública. Ellos han criminalizado la protesta pública y han tratado incluso de racializarla, lo cual es absolutamente denigrante. Pero la Constitución lo respalda. Y ahora vamos a trabajar en todas las estrategias posibles, siempre pacíficas, para presionar por el cambio desde abajo.
-¿Ustedes hablan de discriminación racial porque son todos negros y mestizos la mayoría de los que estuvieron en la calle?
-Exactamente. Y las imágenes que han utilizado los medios de comunicación es para proyectar a negros y mestizos rabiosos, airados, tirando piedras para meterle miedo a la parte blanca de la sociedad cubana. Y decir: "Esto por ahí no es. Esa no es la manera". Eso es una manipulación grosera y racista de la marginalidad que ha creado la propia Revolución Cubana, porque ninguno de los que estaba en la calle tienen 63 años. Todos son jóvenes. De manera que esto es una marginalidad, producto del régimen y del modelo. Ahora lo están explotando los medios de comunicación para atemorizar a la otra parte de la sociedad cubana, incluso aquella que también quiere cambios.
-¿Pero cuál va a ser el futuro del presidente Díaz-Canel, que ha mostrado que no tiene carisma ni liderazgo? ¿Puede haber un cambio de caras para negociar una purga interna, una toma del poder por parte del ejército?
-Podrían ocurrir varias cosas en este escenario. Yo dudo de que venga un cambio inmediato en el rostro del poder. Lo que sí tengo claro es que ya todos son conscientes de que este no es el hombre para liderar los desafíos del país. Eso lo tengo claro. Ahora cambiar ellos, de momento podría enviar una señal tanto interna como externa de debilidad. Yo creo que se van a manejar mucho más colectivamente. Van a intentar controlar un poco más los dichos y las acciones del mismo Díaz-Canel para tratar de proseguir en el camino de lo que ellos quieren entender como reforma económica.
El ex presidente cubano Raúl Castro, y el actual Miguel Díaz Canel, este sábado al frente de una manifestación en La Habana convocada por el gobierno para "defender la revolución". Foto: AP
-¿Qué significa la reaparición de Raúl Castro en escena? ¿Usted cree que los Castro van a intentar ahora una herencia familiar en el poder?
-No lo creo. En la familia de Raúl Castro tampoco hay gente con capacidad de liderazgo. Son personas que han trabajado mucho en la sombra y la sociedad cubana ya se ha impuesto. Si la sociedad cubana no se hubiera expuesto en esta jornada del 11 de julio, habría alguna variable, alguna posibilidad de que se manejaran con alguien de la familia. Pero la sociedad se expuso y de una manera muy clara.
-¿Entonces?
-Y eso ya tiene que ser manejado de otro modo institucional. De modo que no creo que la familia Castro vaya a asumir un rol clave. Ahora sí creo que Raúl Castro se implicará más, aunque sea en la sombra. Saldrá de los descansos prolongados, a los que suele acudir, para tratar de generar una mayor cohesión y confianza en la élite y poder seguir su marcha hacia adelante.
-¿Ellos se van a quedar en el país o se siente la élite insegura del futuro?
-Creo que se siente insegura del futuro. Se rumoreó, esto no está confirmado, que habían salido el mismo día aviones con familiares para ponerlos a resguardo. No sé en qué país, pero es solo un rumor. En todo caso, yo creo que sí se sienten inseguros, definitivamente.
-¿Hay riesgo de que el gobierno sea más represivo o que el ejército o gente dentro del interior del régimen vaya a exigir reformas, otro lenguaje, otra narrativa, otra negociación para no perder su revolución?
-En el mediano plazo, creo que eso es lo que va a suceder. Es una presión más liberadora, en la medida también en que en que los viejos revolucionarios ya van perdiendo la energía para controlar la situación. Creo que va a haber una presión hacia esa reforma más liberadora, definitivamente. Hay una señal que para mí es clave. Ramiro Valdés, un histórico de la Revolución, se aparece en Palma Soriano para poner delante de la sociedad todo su peso histórico y político y lo que recibe son clamores de libertad.
-¿Qué significa esto?
-Es una señal de que ya la sociedad ha desbordado a la generación histórica, de lo que ellos llaman Sierra Maestra. Ahora hay toda una interpretación simbólica, que es muy importante. El gobierno utilizó la imagen del amigo, un histórico de la Revolución, para que fuera sobre todo a una zona como la zona oriental Palma Soriano, a poner delante de la sociedad y de los manifestantes todo su peso político e histórico. Y lo que recibió allí fueron demandas, exigencia de libertad y alguna que otra ofensa. Esto es un mensaje claro de que la sociedad cubana acaba de desbordar cualquier cosa que ellos interpreten como revolución cubana. Ya no le dicen nada a una generación más joven, más joven que yo incluso, que se siente como los nietos de estos revolucionarios, que no les han dado todo lo que los nietos necesitan. Y eso es una señal de que van a tener que seguir movilizándose hacia una liberalización quizá gradual, una liberalización del sistema, si es que quieren mantener lo que ellos llaman su propia revolución.
-¿Esto es como el comienzo del fin? ¿El espíritu de Sierra Maestra ya no convence a nadie en Cuba? ¿La nueva generación de las redes, que tiene otros códigos, no cree en los slogans revolucionarios? ¿Estamos yendo paso a paso hacia un final?
-Sí, definitivamente. Sobre todo porque esa élite de la revolución se parapetó detrás de las viejas casonas de Siboney, Miramar, construyó otras nuevas, al peor estilo de la burguesía de los años 50. Ni siquiera siguiendo el modelo de urbanismo de la arquitectura holandesa. Y eso está siendo visto por la sociedad cubana. Estos personajes han hecho la revolución en nombre de nosotros para vivir mejor que nosotros, que estamos en la pobreza. Por lo tanto, ya la revolución, el espíritu de la Sierra, acaba de morir. Yo creo que simbólica, retóricamente, lo que ha hecho el pueblo cubano es ponerle un sello de fin a la retórica y al discurso de la Revolución Cubana. Ellos podrán seguir en el estado de negación en que se encuentran, pero definitivamente esto es lo que acaba de suceder.
-El embargo norteamericano es la mayor excusa del gobierno cubano para justificar la escasez, la crisis alimentaria, la falta de todo. ¿Qué sucedería si Estados Unidos levanta el embargo? ¿El régimen queda al desnudo? ¿El embargo es la gran excusa del régimen?
-Es la gran excusa. Quedaría completamente al desnudo y sería desbordado por el flujo de relaciones económicas y comerciales que se esperaría si se termina el embargo. Eso ayudaría a acelerar el proceso de democratización de Cuba. En algo el gobierno cubano ha tenido intuición: aquí no funcionaría por muchas razones, un modelo chino o un modelo vietnamita, vamos a llamarle modelo asiático, de capitalismo de Estado. Eso no funcionaría en Cuba por muchas razones. Una vez que eliminen el embargo, van a perder el control de la realidad. Porque la sociedad cubana entendió y demostró ahora que no cree que el embargo sea el origen de sus problemas.
El rol de Estados Unidos
-¿Qué esperan ustedes, los nuevos revolucionarios cubanos, del presidente de Estados Unidos, Joe Biden?
-Esperamos que retome con una visión crítica, una de las líneas maestras de la política de Barack Obama. Pero con un análisis crítico de esa política. En el sentido de que ahora tome en cuenta los nuevos tiempos, los desafíos globales. Eso tiene que entrar en la agenda. Yo creo que eso es lo que va a pasar con la administración de Biden. De algún modo se retomarán las remesas, se retomarán los viajes a Cuba, probablemente se abra la embajada y se habla incluso de sacar al gobierno cubano de la lista de estados terroristas. Estas son señales que yo creo que van a ser enviadas. Pero en medio de una agenda que considera los derechos humanos como parte importante del acercamiento a Cuba.
-¿Y cuál es el efecto en Cuba de las sanciones impuestas por Donald Trump? ¿Ha hecho morir de hambre a la gente y no ha debilitado al régimen?
-Donald Trump ha debilitado al régimen y no ha hecho morir de hambre a la gente. Lo que ha hecho morir de hambre a la gente es la negativa del régimen a liberalizar, por ejemplo, la agricultura.
Lo que ha hecho de alguna manera la política impositiva o las nuevas medidas de Trump es debilitar al gobierno, generar una presión, un clima enrarecido en torno a Cuba, que ha sido muy bien utilizado por el gobierno cubano como pretexto. El gobierno cubano ha aprovechado para apretar sobre la sociedad cubana. Eso también es verdad. En ese sentido, sí creo que la política de Trump no ha sido beneficiosa para el ambiente general.
-¿Y cómo se imagina usted la transición? Porque pareciera que es inevitable entrar en una transición en Cuba ahora.
-Yo me la imagino ordenada, con una participación de todos los actores de la sociedad civil. La imagino por un camino institucional, utilizando los resortes constitucionales de la ley, para seguir fortaleciendo y abriendo espacio. Hasta que se llegue a la fase importante de reconocimiento de la diversidad política, de los partidos político y a las elecciones libres. No cabe otra opción.
-Ustedes sí tienen una nueva generación de las redes, nieta de los de la Sierra Maestra que ya no creen en el mito. ¿Ellos no tienen por comparación una generación similar, que cree en ellos?
-No, de hecho ahora mismo tuvieron que movilizar a trabajadores del Estado, que casi son todos. Y sin embargo no se compara en número para nada, la posibilidad y la potencialidad mostrada en la calle por la sociedad civil. Eso se vio notablemente. Y yo diría que un 10 por ciento es el apoyo que tiene el gobierno cubano dentro de la sociedad cubana. No más. Hay mucha gente pasiva, indiferente a los cambios. Pero hay una dinámica activa de gente, que cree que los cambios deben producirse. Entre un 65 y 70 por ciento de la población cubana.
-Muchos ven en usted la cara de esa transición, doctor. ¿Usted se sentaría a dialogar con el régimen?
-Yo creo que si se dan las condiciones que necesitan darse, liberación de los presos políticos, garantía y clima de confianza, respeto a la palabra y a la ley en esos casos, con esas condiciones, sí, creo que me sentaría a dialogar. Pero tendrían que cumplirse una serie de condiciones que ahora mismo no existen.
-¿Y qué esperan ustedes de América Latina, de la Unión Europea, de la de la ONU?
-Que acaban de entender, efectivamente, que la sociedad cubana está hablando alto y claro. Necesitamos el apoyo de la comunidad internacional para que este sea un proceso de paz tranquilo, que nos sitúe en la corriente de democratización que hay en el mundo y en América Latina, a pesar de que hay también un debilitamiento y un fortalecimiento de las autocracias en muchos lugares. Pero esperamos que países importantes de la región se sitúen de lado del pueblo cubano. La Unión Europea acaba de recibir un mensaje. Que los cubanos están pidiendo que nos tomen en serio a la hora de pensar en diálogo y cooperación con Cuba. Solamente se ha establecido en beneficio del gobierno cubano, no en beneficio de la sociedad civil. Yo creo que el 11 de julio acelerará ese proceso de conciencia en la comunidad internacional. Nos ha llamado la atención que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas no se ha pronunciado aún.
-¿Por qué?
-Se pronunció con lo que hicieron los policías en Estados Unidos cuando asesinaron a George Floyd y no se ha pronunciado con un jefe de Estado, que prácticamente llama a la guerra civil de un país. Eso creemos que el Consejo de Derechos Humanos debe tomarlo con claridad. Debe tomar nota de la importancia que tiene llamar la atención a determinados jefes de gobierno. Esperamos que las Naciones Unidas se den cuenta de eso. Yo no quiero exagerar. Pero fue absolutamente peligroso lo que dijo Díaz-Canel el domingo 11 de julio, creo que a las 4 tarde, según me han dicho. Eso es un nivel de irresponsabilidad. Por suerte, alguien enfundó de nuevo las armas en la funda de su cintura. Pero podía haber generado una masacre en la sociedad cubana.
La posición argentina
-¿Y qué opina usted de la posición de Argentina, que dice que “no sabe lo que pasa en Cuba”?
-No quiere saber porque el Gobierno de Argentina es un fuerte aliado hace tiempo del gobierno cubano. Cristina Kirchner estuvo aquí, ha pasado vacaciones, su hija estuvo aquí. Cuando los gobiernos no saben es porque los gobiernos no quieren saber. Hay información suficiente para enterarse de lo que está pasando. El gobierno de Alberto Fernández ha hecho una declaración al lado del gobierno. La pregunta que yo siempre me hago es si está apoyando a los que vinieron a Cuba en barcos europeos o los que fueron traídos a Cuba en barcos europeos como esclavos. Fue un mensaje ofensivo, que nosotros sentimos así, al apoyar justamente a los que de alguna manera están aquí reprimiendo a los ciudadanos.
-¿Qué impacto va a tener esto que está pasando en Cuba, con lo que está pasando en Nicaragua y también en Venezuela?
-Nosotros siempre hemos conversado con activistas de estos países. Les hemos dicho que lo que pase en Cuba va a ser importante para ellos, que lo que pase en sus países será importante para Cuba. De manera que debemos establecer una alianza sólida entre los demócratas de los tres países. Yo creo que esto va a tener un impacto suficiente porque va a debilitar la retórica que utiliza justamente Venezuela y Nicaragua. Ya eso ya no puede ser. Va a crear un impacto y va a empoderar y alimentar mucho más a la fuerza democrática en otros países.
¿Usted cree que el régimen puede auspiciar otro éxodo de Mariel, como una salida a esta crisis, como para desinflarla?
-No creo. No hay conexiones para eso. Los Estados Unidos ha enviado un mensaje claro de que pueden interpretar una apertura de esa naturaleza como un acto de guerra. Y ahora también, las condiciones de la pandemia no lo permitirían aún, cuando se han dado movimientos de éxodo de cubanos en lancha y en botes hacia los Estados Unidos. Pero no creo que esta vez esa salida esté en el horizonte para el gobierno cubano. Por lo tanto, tiene que manejar la crisis y esta crisis tendrán que manejarla y resolverla al interior.
París, corresponsal
CB
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