Todo el mundo tiene un límite’: la crisis económica impulsa las protestas en Cuba
OSCAR LOPEZ Y ERNESTO LONDOÑO
THE NEW YORK TIMES
Los hospitales y las farmacias se han quedado sin medicamentos tan básicos como la penicilina y la aspirina. Los apagones se han vuelto frecuentes y muy largos. Los cubanos que son lo suficientemente afortunados como para tener divisas extranjeras hacen cola durante horas para comprar alimentos básicos como frijoles y arroz.
Un fuerte declive económico —que ha provocado dificultades que los cubanos no veían desde que el colapso de la Unión Soviética devastó las finanzas de su país en la década de 1990— ha desencadenado el mayor movimiento de protestas sucedido en las últimas décadas, lo que ha generado el respaldo de muchos políticos estadounidenses y airadas amenazas del gobierno cubano.
“Apoyamos al pueblo cubano y su clamor de libertad”, dijo el presidente Joe Biden en un comunicado el lunes, citando lo que definió como “décadas de represión y sufrimiento económico al que ha sido sometido por el régimen autoritario de Cuba”.
Sus comentarios sucedieron luego de una asombrosa ola de manifestaciones celebradas el domingo, cuando miles de personas salieron a las calles de todo el país, gritando consignas como “Libertad” y “Patria y vida”, un giro al lema del gobernante Partido Comunista “Patria o muerte”.
Los manifestantes incluso volcaron una patrulla de la policía y saquearon una tienda administrada por el gobierno, actos de rebeldía que se compartieron de manera masiva en internet a pesar de ser una nación con un largo historial de métodos efectivos para sofocar a la disidencia.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la primera persona que lidera al país sin formar parte de la familia Castro, ha calificado a las manifestaciones como una amenaza existencial.
“Tienen que pasar por encima de nuestros cadáveres si quieren enfrentar a la revolución”, dijo en declaraciones que se publicaron el lunes en la portada del Granma, el periódico del Partido Comunista de Cuba. “Estamos dispuestos a todo y estaremos en las calles combatiendo”.
Pero tuvo que reconocer la gravedad de los problemas del país y dijo que entendía lo difíciles que habían sido los últimos meses para los cubanos. Rogó por su paciencia, a la vez que calificó las manifestaciones como el producto de una campaña encubierta de Washington para explotar las “emociones” de la gente en un momento en que la isla enfrenta escasez de alimentos, cortes de energía y un número creciente de muertes por la COVID-19.
“Debemos dejarle claro a nuestra gente que uno puede estar insatisfecho, eso es legítimo, pero debemos ver claramente cuando estamos siendo manipulados”, dijo Díaz-Canel. “¿Quieren cambiar un sistema, imponer qué tipo de gobierno en Cuba?”.
Las declaraciones de Biden, que calificaron al gobierno de Cuba como “un régimen autoritario”, marcaron un cambio notable en el tono de la posición presentada por el expresidente Barack Obama, quien había enfatizado en dejar a un lado las décadas de animosidad entre los dos países y soltar “los grilletes del pasado”.
Obama convirtió el restablecimiento de las relaciones con Cuba en un punto focal de su política exterior y amplió significativamente los lazos entre ambos países, una distensión que fue interrumpida de manera rápida por el gobierno de Donald Trump.
Pero las protestas del domingo en Cuba ofrecieron una cierta medida de acuerdo bipartidista en Estados Unidos, con demócratas y republicanos expresando su apoyo a las manifestaciones.
“Estados Unidos apoya al pueblo cubano oprimido que se manifiesta por su derecho a la #Libertad”, escribió el exvicepresidente Mike Pence en Twitter. “¡Estados Unidos respalda a una Cuba libre y democrática!”.
Otros culparon al embargo comercial estadounidense por las protestas y las privaciones que las impulsan, una postura que adoptó el gobierno cubano el domingo cuando estallaron las manifestaciones.
“La verdad es que, si se quisiera ayudar a Cuba, lo primero que se debería hacer es suspender el bloqueo”, dijo el lunes a la prensa el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. “Eso sería un gesto verdaderamente humanitario”.
Pero algunos activistas cubanos en Estados Unidos, incluidos los que se oponen al embargo, se apresuraron a desafiar esa visión.
“No hay comida, no hay medicinas, no hay nada, y esto no es producto del embargo estadounidense, que yo no apoyo”, dijo Ramón Saúl Sánchez, presidente del grupo de defensa Movimiento Democracia en Miami. Señaló que el embargo sí le permite a Cuba comprar alimentos de Estados Unidos, aunque las restricciones al financiamiento presentan obstáculos importantes en cuanto a la cantidad.
La frágil economía de Cuba se ha visto muy afectada por las sanciones estadounidenses, pero la crisis actual también se debe a la mala gestión financiera y a la fuerte caída del turismo debido a la pandemia, lo que priva al gobierno de una fuente vital de divisas para cubrir una amplia gama de necesidades. El gobierno también ha tenido que lidiar con el colapso económico de Venezuela, su aliado regional más cercano.
“¿Sabes lo que es no poder comprar comida para mi niño en la tienda?”, dijo Odais, una ama de casa de 43 años en La Habana, quien pidió que no se citara su apellido por temor a las represalias del gobierno. “La gente está harta del abuso de poder. Estamos desesperados”.
En los primeros cinco meses de este año, el número de viajeros internacionales a Cuba cayó casi un 90 por ciento en comparación con el mismo periodo en 2020, según la agencia nacional de estadísticas. El precio de los bienes también se ha disparado, con una inflación que subió aproximadamente 500 por ciento y sigue aumentando, dice Pavel Vidal Alejandro, un execonomista del banco central cubano que ahora es profesor de economía en la Pontificia Universidad Javeriana en Colombia.
“La situación es muy, muy grave”, dijo Vidal, señalando que no se dispone de cifras oficiales de inflación. “La alta inflación es algo que siempre causa mucho malestar social”.
Cuba sufrió terribles dificultades después del colapso de la Unión Soviética, el poderoso patrocinador de la isla, lo que finalmente hizo que tuviera que abrir su economía a los turistas y que, muy lentamente, se permitieran algunos negocios privados y la adquisición de propiedades.
Pero una gran diferencia con la crisis actual es que los cubanos tienen acceso a internet en sus celulares, una reforma que el gobierno adoptó a regañadientes en los últimos años mientras buscaba modernizar la economía de la isla.
“La economía cubana estuvo mucho peor” durante el colapso financiero de la década de 1990, dijo John S. Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba. “Pero la comunicación se controló porque no existían las vías alternativas que hay hoy”.
Internet ha sido tanto una amenaza como un arma para el gobierno. Las autoridades cubanas, que normalmente sofocan las protestas rápidamente, se vieron abrumadas el domingo. Las manifestaciones se extendieron con rapidez por toda la isla después de que los activistas usaran las cuentas de las redes sociales para transmitir videos en vivo de multitudes reunidas en las calles, lo que inspiró a la gente para salir en mayor número.
“Me fui pa’ la calle porque estoy aburrida de pasar hambre”, dijo Sara Naranjo, en un video compartido en Twitter. “No tengo agua, no tengo nada”.
Pero el acceso a internet en toda la isla se interrumpió el domingo por la tarde durante unos 30 minutos y la conectividad se mantuvo intermitente hasta el lunes por la tarde, dijo Doug Madory, director de análisis de internet en Kentikinc, que monitorea el acceso a la web.
Eso dificultaba poder corroborar las denuncias de la detención de decenas de activistas. Los videos publicados en las redes sociales el lunes parecían mostrar a las autoridades desfilando por las calles y deteniendo violentamente a las personas, golpeándolas con porras y pateándolas cuando habían caído al suelo.
Disidentes cubanos recopilaron los nombres de decenas de personas que, aseguran, estaban desaparecidas, lo que generó temores de que el gobierno hubiera comenzado una nueva ofensiva contra los activistas opositores.
Los funcionarios cubanos argumentan que la población está siendo manipulada por propaganda extranjera que se aprovecha de su sufrimiento. “El pueblo cubano ha sido literalmente bombardeado con contenido generado en el exterior”, dijo José Ramón Cabañas Rodríguez, un veterano diplomático cubano que se desempeñó como embajador de su nación en Washington.
Pero en entrevistas y textos publicados en línea el lunes, los cubanos citaron una letanía de sus propias quejas. Incluso las personas que reciben dinero de familiares en el extranjero dijeron que la vida se había vuelto más difícil.
“En La Habana la gente todavía tiene un poquito más de posibilidades y menos hambre, pero en las provincias orientales y en general lo están pasando mal, ni siquiera tienen lo básico”, dijo Yaneisy González Rivero, residente de La Habana. “En términos de medicinas, la situación es crítica”, dijo. Y agregó: “Las personas que están enfermas y necesitan algo para el dolor en la sala de emergencias no tienen medicamentos”.
Los apagones no son nuevos en Cuba, pero se han vuelto cada vez más frecuentes durante el año pasado, ya que la isla se ha enfrentado a una escasez de efectivo. El gobierno de Trump endureció las sanciones, lo que ahuyentó la inversión extranjera que comenzó después de que Obama tomó medidas para facilitar que los estadounidenses viajaran e invirtieran en la isla.
El tamaño de las manifestaciones del domingo, que se desarrollaron en todo el país, sorprendió incluso a los analistas cubanos veteranos.
“Hay filas tremendamente largas para entrar a las bodegas”, dijo Katrin Hansing, antropóloga del Baruch College en Nueva York que pasó gran parte del año pasado investigando en La Habana. “Lo mismo puede decirse de las medicinas. No hay nada: no hay penicilina, no hay antibióticos, no hay aspirinas. Realmente no hay nada”.
Mientras las protestas se extendían el domingo, Mariam Rosa, una joven de 28 años con un niño pequeño, dijo que luchó con un dilema cotidiano: ¿debería pasar horas en la fila esperando para comprar leche para su bebé en una tienda o pagar el triple por un biberón en el mercado negro?
“Soy afortunada porque puedo pagar eso, pero la mayoría de la gente no puede”, dijo. Y agregó que no se había unido a las protestas por temor a la seguridad de su familia.
Sin embargo, entiende “la gran frustración masiva”, dijo. “Todo el mundo tiene un límite”.
Hannah Berkeley Cohen colaboró en este reportaje.
Ernesto Londoño es el jefe de la corresponsalía de Brasil, con sede en Río de Janeiro. Antes formó parte del Comité Editorial del Times y, antes de unirse a diario, era reportero en The Washington Post. @londonoe
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