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CUBA Y EL DOBLE RASERO

 ADOLFO SALGUEIRO

MIEMBRO DEL GRUPO AVILA


El tema de hoy obviamente ha de ser el de Cuba, cuya súbita erupción nos ofrece algunos puntos de reflexión, muy especialmente el doble rasero con que actores políticos del planeta comentan, apoyan o ignoran los relevantes acontecimientos que en los últimos días han tenido lugar en la isla protagonizados determinantemente por gente joven, según lo mostraron las imágenes antes de que en el desespero el régimen tumbara el Internet.

Se pregunta uno dónde han estado los vociferantes movimientos de la izquierda radical tan prestos a manifestar y romper vidrios cuando algún gobierno democrático –o un poco menos– interviene para restablecer el orden ante intentos –genuinos o no– de subvertirlo. Ni siquiera los iraníes han cancelado el Internet cuando ha habido desórdenes recientemente.

¿Dónde han estado esta semana los de la ultraizquierda chilena que destrozaron la infraestructura de Santiago en protesta por el aumento de precio del pasaje de metro? ¿Y qué ha ocurrido con los noveles “constituyentes” de la recién inaugurada Asamblea desde la cual condenan lo que ellos mismos hacen cuando su interés lo amerita?

¿Dónde han estado los revoltosos colombianos que casi tumban a Duque porque –ciertamente– pudo excederse en la represión de recientes disturbios?

¿Dónde se escondieron los “revolucionarios rojo-rojitos”, siempre dispuestos a apoyar la causa palestina cuando  ella expresa sus disgustos y frustraciones  lanzando cohetes a la población civil en forma indiscriminada?

¿Dónde quedaron los partidarios de Correa y los Kirchner, siempre tan dispuestos a quemar algunos autobuses cuando los  militantes de la “patria grande” pierden una elección?

¿Qué pasó con la fauna militante que no pierde oportunidad de manifestar cuando se reúnen los jerarcas del G7 o del G20 para conversar sobre los grandes desafíos económicos mundiales?

¿Qué pasó con Alberto Fernández, Cristina Kirchner, Lula, Lépez Obrador, Ortega & Cía, que en lugar de condenar la matazón y la violencia como hubieran hecho si arrestaran a miembros de “Black Lives Matter”, más bien han expresado su apoyo explícito a un gobierno cuyas credenciales de legitimidad democrática son inexistentes y cuya voluntad de mantenerse en el poder demuestra no tener límites?

¿Ha escuchado usted alguna declaración condenatoria de la represión proveniente de labios de Maduro o de Arreaza, que siempre tiene lista alguna nota de protesta por cualquier motivo que no sea del agrado de quienes gestionan la  usurpación venezolana? ¿Ha visto usted a estudiantes comunistas o a su partido marchar en defensa de la “autodeterminación de los pueblos”?

¿Alguien ofreció o invocó aquella fantasía de que “todas las opciones están sobre la mesa” que por meses o años masturbaron la ilusión política de tantos compatriotas?

Lo cierto del caso es que el pueblo cubano –cuyo sufrimiento ya no necesita presentación– está solo enfrentando su dura realidad ante la abstención universal tan visible de quienes se cortan las venas por la libertad y la democracia. Ante ese cuadro alguien puede pensar que nosotros, venezolanos, seremos apoyados por algo más que declaraciones y buenas intenciones. He aquí una lección para aprender.

Otra lección tan lamentable como evidente es que en Cuba quienes mandan ya han demostrado desde siempre que no les importa el costo en sangre con tal de mantener el poder. Esa misma lección han aprendido ya sus aventajados discípulos de Venezuela, Nicaragua y otras latitudes donde se hace evidente que la conquista de la paz y la democracia requerirá el pago de un alto costo en sufrimiento cuya responsabilidad nadie quiere asumir, aun cuando la historia enseña repetidamente que cuanto más se pospone el sacrificio del precio, más caro se pone éste.

Observando la historia podemos afirmar que este primer round lo ganó la dictadura castrocomunista de Diaz-Canel y su amo  Raúl, pero avizoramos que habrán nuevos y más costosos intentos incentivados tanto por el desespero socio-económico como por el deseo de libertad consustancial de la condición humana y la filosofía judeo-cristiana occidental que nos arropa.

@apsalgueiro1

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